El papel del arte en las transformaciones sociales
Hace unos días, la Alianza Francesa de Cartagena nos invitó a participar en un debate durante La Noche de las Ideas y nos pidieron responder a la pregunta ¿El arte puede ser el medio por el cual lograremos sensibilizar y comprometer a la sociedad frente a los grandes problemas de la humanidad?
Durante un par de semanas la pregunta estuvo rondando cada una de nuestras reuniones de trabajo. Llevamos la pregunta a las redes sociales y algunos de nuestros seguidores nos dieron sus opiniones al respecto. Para recoger esta reflexión escribí este texto que ahora compartimos en nuestro blog.
El arte, la creatividad y la participación en la vida cultural han demostrado en muchos escenarios que son poderosos dispositivos para recomponer el tejido social, para fortalecer los vínculos que propician el cuidado, los afectos y la confianza y para incentivar un sentido y pensamiento crítico de la propia realidad. También son instrumentos eficaces para sanar, aliviar el dolor y transitar individual o colectivamente hacia un equilibrio físico, mental y espiritual. La creación permite encontrar vías de expresión y liberación en los lenguajes del cuerpo, la palabra, el sonido o las imágenes. La construcción simbólica y narrativa es fundamental para encontrar espacios de consenso y construcción de memoria.
La sensibilidad artística le permite al creador/creadora y al espectador/espectadora ahondar en la dimensión humana, entregarse a la contemplación, a la experiencia estética o la participación en un juego que tiene sus propias reglas y que ayuda a mirar con otras perspectivas la realidad. El artista interpreta la realidad para que la sociedad pueda mirarse en un espejo.
Los problemas más complejos como la desigualdad social, el racismo estructural, la violencia basada en género y la emergencia climática, se podrían tramitar a través del arte si quien produce ese arte está comprometido con interpelar a la sociedad, si está dispuesto a definir su lugar de enunciación, reconocer sus privilegios y encontrar las posibilidades de expresar y proponer.
Un arte que se proponga ser un medio para lograr sensibilizar y comprometer a la sociedad frente a los grandes problemas de la humanidad, necesariamente tendrá que ser anti racista, anti patriarcal, y estar dispuesto a cuestionarlo todo, no solo en el lenguaje, e formato, si no desde la forma misma de concebir los procesos de formación, creación y circulación de su obra.
No quiero decir que todas las personas que se consideran artistas deban estar en función de esto, pero si el objetivo de la creación va más allá de del deseo de expresarse o de la búsqueda de la belleza, si reconoce el poder que tienen las artes para incidir, transformar y responder a los problemas de su época, tiene que poner su mirada en cuestionar un sistema de pensamiento hegemónico, eurocéntrico, blanco y patriarcal que históricamente ha invisibilizado las voces y las demandas de los oprimidos.
Por otra parte, para lograr este objetivo de sensibilizar y comprometer a la sociedad hay que plantearse el problema del acceso a la cultura, de las formas en las que el público ejerce sus derechos culturales y participa de estos espacios. En una ciudad como Cartagena donde la gente tiene tan restringidos sus derechos, el reclamo del derecho a la cultura parece secundario, pero es todo lo contrario, es esencial y por eso se ha convertido en un territorio en disputa.
Y creo que este es un tema que concierne más a la gestión de la cultura, a la mediación entre el artista y su público y a la creación de nuevos públicos. Es necesario que en los espacios de poder donde se toman las decisiones de qué se programa, cómo y a quien se convoca, de qué forma se asignan los recursos, haya participación activa de los grupos poblacionales que han sido más oprimidos: personas negras, indígenas, personas trans, queer, personas en condiciones de discapacidad y toda la diversidad que compone la sociedad.
Vivimos en un mundo donde la inmediatez reina, se buscan resultados fáciles con esfuerzos mínimos y el arte es ya en sí mismo una rareza. Que alguien se quiera dedicar a investigar y escribir durante meses o años, o a hacer una película, a componer canciones, a crear un colectivo inter disciplinar como Imagina Cartagena es una apuesta de largo aliento y es mejor si tiene un objetivo definido, algo que justifique para qué se hacen las cosas más allá de un gusto o una elección personal. Tenemos la posibilidad de participar de una revolución cultural, necesitamos conocer los medios de los que se ha valido el sistema para instalar imaginarios y de esta forma ir desmontando estereotipos excluyentes y todas las formas de violencia normalizada.
El arte puede incidir no solo para sensibilizar y comprometer a la sociedad, sino también en llamar la atención de quienes están en el poder, aquellos que finalmente tienen la posibilidad de generar cambios estructurales mediante la implementación de políticas públicas en educación, en medio ambiente y en la destinación de recursos para inversión social.
El arte puede iluminar, abrir caminos, proponer soluciones creativas, hasta denunciar, pero necesitamos que los y las que gobiernan se comprometan con garantizar los derechos humanos, y entre esos, los derechos culturales.
Fotografías: Rafael Bossio