Jhoyner Salgado: su vida entre el teatro, los litigios y el cine

Por: Rosa Caribe

La primera vez que vi a Jhoyner, fue frente a una pantalla en el Festival Audiovisual de los Montes de María, que se realiza cada año en octubre en el municipio de El Carmen de Bolívar, estaba representando al personaje de Toño en la película El árbol rojo, ópera prima del director Joan Gómez; lo siguiente fue saber que, como yo, nacimos y vivimos en la misma ciudad: Cartagena.

Fotos: Rafael Bossio

Jhoyner Salgado Acosta, es abogado y actor, un joven afrodescendiente -consciente de lo que eso implica- a quien le resulta difícil definirse por alguna de estas dos pasiones, aunque no lo diga abiertamente. Tiene 25 años, vive en el barrio La Candelaria y a modo de confesión me dijo que le hubiera gustado dedicarse al baile, pues en algún momento durante su adolescencia le gustaba mucho el Hip Hop.  

La vida de Jhoyner como actor y su amor por el teatro no podría contarse sin hablar de su papá, aunque yo diría que es también su superhéroe, “mi gran referente” -afirma. Su relación es muestra del poder que tienen la palabra y el ejemplo, pues su padre le enseñó a declamar y al mismo tiempo a creer en la importancia que tiene el arte en la vida de cualquier persona.

  

  “Viví varios años con mi papá en el sur de Bolívar, donde trabajaba como docente en la I. E. Sagrado Corazón de Jesús. En una ocasión, él estaba ensayando con un estudiante de 11° el poema ‘Por qué ya no tomo más’ del Indio Duarte, yo estaba en 6° y hasta ese momento mi papá no tenía ni idea de que yo disfrutaba mucho ver los ensayos de la puesta en escena, escuchándolo me aprendí la declamación. Dos días antes de la presentación, mi papá quería afinar detalles porque era un concurso y el muchacho no llegó, en ese momento le dije a mi padre que me sabía la declamación, cuando la empecé a recitar se dio cuenta que yo lo hacía igual que él, que tenía la voz potente, los gestos, la fuerza, el sentimiento que él quería y se llenó mucha de emoción, entonces al año siguiente el pupilo que él formó era yo”. 

En una ocasión, durante una de las muchas reuniones que hemos tenido como equipo de Imagina Cartagena Lab, nuestra amiga y socia Catalina Vela nos preguntó cuál creíamos que era nuestra primera experiencia estética, ¿experiencia estética? ¿cómo así? Sí, ese momento ya sea durante la infancia o la adolescencia en el que tuviste un primer acercamiento a alguna expresión artística-estética, como el cine, la literatura, la pintura, la moda, la danza o cualquier otra disciplina. 

Para Jhoyner, ese encuentro con su padre marcó su vida para siempre, sería el inicio de su camino en la declamación y la oratoria, que posteriormente estando en la universidad como estudiante de Derecho, lo llevarían a ser uno de los primeros participar en concursos en esa área, para cosechar los frutos de su audacia quedando en los primeros lugares de certámenes de orden local y nacional en oratoria y narración oral. 

Cuando lo escucho hablar, pienso en que no siempre aprovechar las oportunidades depende de tener suerte, ni de estar en el lugar o momento indicado, también influye tu preparación y disposición para lograr el objetivo, los años entrenando en declamación fueron el impulso para luego pasar al teatro en dos grupos de la ciudad: en la Universidad Rafael Núñez y con la compañía Guía 2 Teatro. 

Fotos: Rafael Bossio

Es aquí donde entra la otra pasión de Jhoyner, el derecho. Con gran emoción me cuenta durante nuestra conversación que hace pocos días ganó un caso, logró limpiar los antecedentes de un hombre que hacía unos años cometió un robo y pagó su pena, pero este hecho le impedía reintegrarse normalmente a la vida como ciudadano pues prácticamente no podía salir de casa sin que la policía lo detuviera. 

“El abogado de los estudiantes”, como lo llamaban en el colegio, por su capacidad desde niño de mediar en situaciones de conflicto, de movilizar a los demás estudiantes para completar las sillas de los salones y no sentarse en el piso, siente que esas experiencias lo llevaron a decidirse por esa carrera profesional: derecho, hasta el punto de no darle importancia al dinero. En un mundo donde parece que la bondad fuera un lujo, para este joven abogado es su diario vivir. 

Su paso por el cine

El casting para ser parte del elenco de El Árbol Rojo prácticamente empezó en su travesía por llegar desde Arjona, un municipio cercano hasta el Centro Histórico de Cartagena, donde le esperaban el jefe de casting y el director. Ese día, parecía que el Universo quería conspirar en su contra, estaba a casi dos horas de Cartagena, por esos días no tenía su moto, moverse así en la ciudad es casi una proeza y más si quieres llegar hasta la parte norte.

Sin embargo, la vida le tenía guardado un buen final y pudo llegar al casting, aunque retrasado, sudado por correr varios metros desde donde lo dejaba el bus hasta el lugar de la cita pensando que ya todo estaba perdido, Jhoyner haciendo uso de potencial, sacó su innata habilidad para la improvisación, logrando la ferviente defensa ante una acusación el robo de una motocicleta, para tres días después recibir la llamada de que dieron el papel. 

“En ese entonces yo estaba muy activo en el teatro y la improvisación ha sido mi mayor virtud, porque nunca me ha gustado aprender los textos al pie de la letra, el director de casting -Jhon Bedoya- empezó a hacer un ejercicio de improvisación (...) En un momento, Jhon soltó la risa porque yo tomé la situación muy en serio, ahí supe que lo que hice les encantó”.

Jhoyner en este momento divide su tiempo entre su trabajo independiente como abogado, brindando ayuda a personas que por falta de recursos o de información no tienen acceso efectivo a la justicia -como él mismo afirma-, también continúa con sus actividades en el teatro y se sigue preparando como actor para continuar trabajando en la industria cinematográfica. 

La vida e historia de jóvenes como él, son muestra de que en Cartagena nos hemos acostumbrado a habitar una ciudad que nos provee gran inspiración para alimentar la creatividad, pero que al mismo tiempo se queda pequeña para albergar y engrandecer los sueños de sus ciudadanxs. Ver la determinación con la que Jhoyner afronta los obstáculos por ir tras sus objetivos, me hacen cuestionar el hecho de si él, solo será una excepción en medio de la gran masa olvidada y desprotegida de gente que vive aquí.